Teatro en el Senado

Día del Amor y la Amistad, Denise Dresser vino a ironizar al Parlamento Abierto, organizado por el Senado, calificándolo como una simulación. 

La invitada leyó una parodia en donde se travistió de general del Ejército y, por un momento, la tribuna se convirtió en un stand up comedy (esa forma de humor tan norteamericana). El vestuario, el peinado y el maquillaje fueron meticulosamente seleccionados y aunque el texto pretendía ser humorístico ni siquiera la “oposición responsable” se rio.
La intervención de la “politóloga”, (que suele equivocarse en su intención de voto), terminó siendo más bien un stand up tragedy.

Desde el punto de vista teatral, esto ocurre cuando un sketch está mal dirigido o mal actuado: sencillamente pierde la gracia.

Este asunto, aparentemente irrelevante, me hizo pensar en la importancia que tiene el fenómeno escénico en la tribuna del Senado, y por qué cualquiera que aquí se presente debe atender al manejo de la teatralidad.

La tribuna es el escenario donde se proponen, se modifican o se dictaminan leyes; un teatro peculiar en que el público se convierte en actor y cada cual escucha y aplaude a quien le conviene, pero es un escenario al fin, y como tal, está sujeto a las leyes que rigen cualquier escenario; más aún el político, donde, como bien se sabe, la forma es fondo.

Entonces pensé que este espacio requiere también una transformación para estar acorde con los nuevos tiempos que vive México. Formas nuevas que ayuden a que la gente se acerque más al quehacer político, especialmente ahora que hay verdadera efervescencia por participar. Además, lo que aquí ocurre se transmite por televisión e internet y la expectativa de las audiencias debe ser atendida.

Si llevamos la política al teatro, también debiéramos llevar el teatro al ámbito de la política.

Otro ejemplo, el mismo día, en el escenario de las conferencias de prensa, algunas Senadoras de oposición se sumaron a una campaña negra (no solo por el color de la campaña, sino también por su origen y sus intenciones). Una campaña anónima que desplegó un gran número de espectaculares, mobiliario urbano y redes sociales en la Ciudad de México con la leyenda:
Grita #nos están llevando. ¡Mucho dinero invertido y muy poca información de su origen!

Las Senadoras en cuestión decidieron atacar a la primera jefa de gobierno electa de la Ciudad de México, una mujer que está haciendo verdadera política pública a favor de las mujeres.
Me tocó ser espectadora de ese performance y también me resultó fallido.
No es agradable ver mujeres atacando a mujeres, menos en estos tiempos en que el patriarcado exhala los últimos estertores y la violencia machista arrecia como respuesta al empoderamiento femenino.

La representación no funciona si la audiencia se queda con la impresión de haber escuchado a mujeres con cerebro de varón. Aun cuando el travestismo sea tan familiar al espectáculo y la transexualidad resulte fascinante en todas sus formas, cuando se trata solo de simulación política o crítica por consigna, resulta poco creíble y pierde eficacia. Peor todavía cuando se funda en calumnias y campañas que infunden miedo en la población. Visto desde el punto de vista de la performatividad, aunque lo que se diga no sea cierto, hay que decirlo de una manera que sea convincente.

El papel de las villanas es siempre muy codiciado por la grandes actrices, pero si se quiere simular estar a favor de las mujeres a pesar de servir a intereses machistas, se tiene que hilar más fino en la construcción del personaje; se requiere ser más audaz y elevar la apuesta performática o, dicho de otro modo, actuar bien, si no, se corre el riesgo de aparecer simple y llanamente como señores vestidos de mujer dándole primeros auxilios a un patriarcado agonizante.

El día de hoy se logró el consenso unánime sobre la Guardia Nacional. Esto echa abajo los presagios de simulación.
Estoy segura que con la conducción de Claudia Sheinbaum, la Ciudad de México volverá a florecer y será una ciudad segura para todes.

Invitamos a las mujeres de todos los sexos, incluidos los hombres, a sumarse a esta revolución pacífica que viene desde abajo. Las fuerzas opuestas, cuando son complementarias y no destructivas, consiguen trascenderse a sí mismas .
El teatro en el Senado, en acción y en palabras, debe transformar la realidad, si no, se convierte en espectáculo monótono.

Jesusa Rodríguez.