La Transición Protéica – Participación en El Colegio de San Luis A.C.

 

Agradezco al Colegio de San Luis la invitación a este Seminario permanente titulado La seguridad humana: una estrategia indispensable para México.

Mi formación profesional es el teatro y estoy acostumbrada a la ley esencial de este arte que consiste en que el espectador no salga siendo la misma persona que entró, así que espero que, cuando acabe  esta plática, quienes me escuchan no sean los mismos que comenzaron a oírla, especialmente en relación a su alimentación.

 

Hoy hablaremos de seguridad alimentaria.

 

Con la pandemia actual asistimos de golpe y a todo color al gran fracaso del sistema alimentario mundial. No solo por el hecho de que estamos frente a una enfermedad infecciosa emergente provocada por comer animales y agravada por  el daño que la comida chatarra ha hecho a la humanidad, con las  morbilidades asociadas a la COVID 19  que hacen evidente la injusticia alimentaria,  sino porque,  al menos  en los últimos 500 años, nos consta que no se ha logrado alimentar a la humanidad ni suficiente, ni adecuadamente. El hambre es, ha sido y sigue siendo una realidad lacerante para millones de personas, mientras en otras regiones se desperdician miles de toneladas de comida.

El desequilibrio en la alimentación es evidente y comienza a cobrarnos la cuenta.

La deforestación, la contaminación del agua, y gran parte de los errores del  llamado antropoceno, que nos están llevando, inevitablemente, al  cambio climático, tienen su origen en esta gran falla alimentaria. La urgencia de cambiar los modelos de producción de alimentos es indispensable y la política pública en ese sentido es incipiente.

Las grandes corporaciones no están dispuestas a reformular su producción y los gobiernos permanecen enganchados a un tren que avanza hacia la obtención de ganancias sin importar si en el camino se lleva de refilón la salud, la dignidad, la felicidad y finalmene la vida de millones de personas humanas y no humanas.

Pero vamos por partes. Primero que nada centrémonos en México.

 

Cultura ancestral vs cultura chatarra

 

¿Cómo  fue que en uno de los países con mayor diversidad biológica y con una de las culturas más importantes de la antiguedad, nuestra alimentación basada en la milpa y el maíz se convirtiera en este infame  consumo de chatarra ultraprocesada y “carne” hipertorturada que nos ha llevado a los primeros lugares de obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares, cánceres y zoonosis como esta del coronavirus Sars cov 2?

Podemos hablar, sin lugar a dudas, de una colonización del estómago. El epistemicidio que intentó la conquista no solo fue  sobre el conocimiento científico y fiolosófico ancestral, sino que también pretendió destruir lo más esencial de nuestra cultura, la sofisticación gastronómica basada en la invención del maíz y del sistema nutricional extraordinario de la milpa,  preservados afortunadamente por la persistencia campesina y la solidez cultural de los pueblos originarios en resistencia.

Lo mejor de nuestra herencia es la diversidad de alimentos que México ha legado al mundo,  comenzando por el maíz,   así como el sistema de la milpa que es a su vez una concepción de vida comunitaria.

 

  1. La ley del maíz, y los transgénicos

 

La amenaza sobre el maíz que representan los transgénicos con su tecnología caduca y toda la gama de paquetes tecológicos de producción a base de fertilizantes químicos que van minando la tierra y produciendo dependencia alimentaria, tiene como trasfondo la ambición de las trasnacionales semilleras por apoderarse de las patentes y obligar a los campesinos a someterse a sus modelos de producción de muerte, orientados a la acumulación de capital.

Ejemplo de ello es el intent, desde hace más de veinticinco años, de Monsanto-  Bayer, Dupont-Pyoneer,   Singenta y  dos o tres corporaciones más de conseguir leyes afines a su ambición y de  apropiarse del legado milenario que representan las variedades nativas e imponer sus semillas patentadas.

En estos dos años, desde el Senado hemos vivido desde dentro el cabildeo

de las corporaciones, los intrincados caminos legislativos para impedir la Ley de Protección del Maíz Nativo y, en cambio, proponer reformas a las leyes como la de Variedades Vegetales, que favorece a los grandes capitales.

Sin ir más lejos, México tiene cuatro años para adherirse a  la UPOV 91 (Unión Internacional para la Protección de Obtenciones Vegetales)  planteada en el TEMEC y que, en el fondo, no es otra cosa que la misma intención de pantentar las semillas nativas para controlar el mercado.

México se encuentra hoy en la UPOV 78, que se inició con el TLC, y que, al menos, permite aún que los campesinos intercambien sus semillas, lo cual favorece la diversidad genética y permite generar variedades de otras existentes, como se ha hecho   de forma milenaria.

 

El paso a UPOV 91   limitará el intercambio y puede ser fatal para nuestra cultura alimentaria y aún para nuestra cosmovisión,  pero tenemos 4 años para buscar la permanencia en UPOV 78 a través de  excepciones o salvaguardas porque, como bien dicen los científicos dedicados al tema como la profesora Tadeo, el doctor Tourrent, y el investigador Espinoza, y cito:

 

“Para lograr suficiencia y soberanía alimentaria en maíz, frijol, trigo y arroz, es necesario fortalecer e incentivar el uso de variedades mejoradas y nativas, con acervos nacionales se puede competir con las grandes empresas multinacionales, es importante llevar adelante una gran cruzada para uso y abastecimiento óptimo de estas variedades nativas y mejoradas, apoyando empresas nacionales y a productores directamente, permitiendo el uso e intercambio de semillas entre productores, privilegiando la biodiversidad genética, permitiendo la derivación esencial de variedades. Urge apoyar la agricultura de subsistencia, tradicional y comercial a través de un gran número de empresas mexicanas con acompañamiento en asesoría técnica, sin simulaciones.  Aprovechando la experiencia de técnicos, investigadores y productores mexicanos”. Cierro la cita.

Por eso aprobamos en el Senado la LFPMN y rechazamos la reforma a la LFVV.

Pero la lucha apenas comienza, los intereses son muchos y no van a dejar de insistir en ello.”

 

 

  1. Los ultraprocesados y refrescos

 

En segundo término hablaremos del desastre alimentario que en las últimas décadas han creado los ultraprocesados, mal llamados alimentos, porque bien sabemos que no lo son,  pues en realidad el contenido de todos esos paquetes consiste básicamente en los mismos ingredientes presentados en distintas envolturas, como lo señala Soledad Barruti en su libro Mala Leche, a saber:  “harina blanca, jarabe de maíz de alta fructosa, aceites vegetales baratos, derivados de carne y leche, escasos nutrientes sintéticos, bastante sal y toneladas de azúcar, tanta que hoy cualquier niño de ocho años ya comió la cantidad de azúcar que su abuelo en ochenta”. Cierro la cita.

Esto no es comida, y no solo no alimenta sino que enferma y produce obesidad y desnutrición y mata.  En cuanto a  las bebidas azucaradas  de las cuales la Coca Cola controla el 70 por ciento del mercado mexicano, no solamente han devastado la salud de la población sino que se han apoderado del agua de múltiples comunidades, generando con ello una situación de  vulnerabilidad y dependencia inimaginable.

Basta con analizar el ejemplo de Femsa en Chiapas para afirmar que la Coca Cola debiera ser expulsada del país por sus prácticas monopólicas, su contubernio con cacicazgos e Iglesias para introducir este “veneno embotellado”, como lo llamó el Dr. Gatell, hasta lo más profundo de los pueblos; por todos estos años de evasión de impuestos y el tráfico de influencias para lograr concesiones de uso del agua, que hoy ponen en riesgo la viabilidad de muchas comunidades.

Decir que la Coca Cola debe ser expulsada del país suena a blasfemia hacia el dios neoliberal pero pienso que  blasfemar  es lo menos que debemos hacer contra ese dios del dinero que está acabando con lo verdaderamente sagrado que es la vida sobre el planeta.

La chatarra no es comida y hasta ahora lo más que se ha conseguido es un etiquetado frontal de advertencia al cosumidor que entrará en vigor el próximo primero de octubre, un gran logro después de 20 años de lucha, que es apenas un paso en el sentido correcto. Pero lo razonable es que la industria  reformule sus productos y deje de vender sustancias tóxicas y sin contenido nutricional.

 

  1. La ingesta de animales

 

Pero hablemos en este ultimo tercio  de lo que no se habla, lo que desde mi punto de vista es el error más grande que la humanidad ha cometido y que permanence en silencio debido al poder de la industria, basada en una cultura patriarcal impuesta a sangre y fuego.

El especismo, esa absurda idea de autonombrarnos el centro  y el summum de la creación que considera a los otros animales como cosas al servicio de nuestra especie.

Esto da lugar a un sistema de dominación en función de las ganancias que implica la explotación de animales y que por supuesto se extiende a la explotación humana.

Hoy sabemos a ciencia cierta que entre más gente coma carne habrá más pobreza, entre más gente coma carne habrá más violencia. Comer animales empobrece individual y colectivamente, acaba con la tierra y con el agua, depreda los bosques e invade los hábitats, pero revisemos lo que ha dicho la ciencia y el sistema jurídico de avanzada a este respecto.

 

  1. Ciencia y ética

 

  1. La declaración de Cambridge

 

  1. La declaración de Toulón

(derechos humanos y no humanos)

 

 

  1. Seguridad humana y justicia alimentaria

 

¿Por qué la ciencia ha sido indiferente a sus propios fundamentos? ¿por qué los sistemas de justicia se niegan a sí mismos al no armonizarse con el avance científico? ¿por qué los médicos niegan su propio juramento Hipocrático y el principio elemental: “Que tu alimento sea tu medicina”?

Esto solo se explica con base en la compra de conciencias. A la ciencia infiltrada por los lobbies de la carne y doblegada ante la industria. No encuentro otra razón para el ominoso silencio que rodea a la crueldad de la ganadería,  la cría de animales y la pesca así como a la indiferencia sobre el explotación animal que observamos a diario y que hemos normalizado.

 

“Esto me hace pensar que tal vez una diferencia importante entre la conciencia animal y la humana, es que esta última sí se deja comprar”

 

  1. La pandemia y el lobbie de la carne

 

Estamos enmedio de una pandemia zoonótica originada, como la mayoría

de las otras, por comer animales y, sin embargo, no es un tema que ocupe

la atención principal. Estamos frente al silenciamiento  de lo evidente.

¿Por qué no hay regulación? porque las ganancias están por encima de la salud; porque, de hecho, el gran negocio está en  la mala alimentación que conduce a enfermedades crónicas que obligan a una medicación costosa que le reporta grandes ganancias, tanto a la industra cárnica como a las farmacéuticas y así se cierra el círculo vicioso que genera sufrimiento sin fin pero al mismo tiempo fortunas incalculables.

 

Nos lo explica con gran claridad Javier Guzmán (director de justicia alimentaria de España)

“La industria alimentaria tiene conflictos de interés con actores claves tanto en la toma de decisiones políticas como en la generación de un discurso social.

Me refiero a instituciones y asociaciones que trabajan en el ámbito de la salud, patrocinios de cátedras universitarias, centros de estudios vincuados a la administración. Investigaciones científicas sesgadas, colocación de gentes afines en puestos claves, visitas a profesionales de la salud, convenios de colaboración con los medios de comunicación, campañas conjuntas con las administraciones, financiación de fundaciones, contraprestaciones económicas para recibir avales de sociedades científicas y de la salud. La industria alimentaria ha conseguido infuir y sesgar de manera opaca y confusa a prácticamente todos los actores clave en material de salud alimentaria.

Por ello es  urgente que se regule sobre los conflictos de interés en todo lo que tengan que ver con la salud, colectivos médicos, nutricionistas y dietéticos”. Cierro la cita.

 

Y al final la responsabilidad recae en la mala de educación, la culpa reside en la decisión equivocada de los padres de familia y lo mal que alimentan a sus hijos, en la “libre elección” que cada ser humano ejerce al seleccionar su alimento,  y todo esto por supuesto nada tiene que ver con el  intenso bombardeo del marketing  omnipresente a toda hora y durante  años  en la publicidad y en la televisión  nuestra de cada día.

 

 

  1. Los argumentos de lo evidente.

 

Ciencia: ¿cómo es posible que comamos seres que tienen conciencia y que tienen derecho a vivir su propia vida, cómo podemos explotarlos, torturarlos, encerrarlos y disponer de ellxs como si fueran objetos?

Ética:

¿cómo hablar de paz y de justicia con un cadáver en tu plato?

¿Cómo proteger la dignidad humana sin proteger la dignidad de los otros animales?

Como dice Igor Sanz; “La supuesta cadena alimenticia en la que nosotros participamos la hemos creado nosotros mismos, así que, más allá de nuestro propio egoísmo o algún extravagante apego emocional, ¿qué impedimento podría encontrar alguien para modificar su dieta?”.

 

“El hábito de comer es una necesidad biológica, pero nuestra práctica de comer animales es cultural.

Además de ser iguales empíricamente en el hecho de que sentimos, también lo somos moralmente en lo que se refiere a la consideración que merecemos.

Somos iguales en lo que se refiere al único requisito necesario y suficiente para ser incluído como miembro de la comunidad moral: la sintiencia”

Luis Tovar (filosofía vegana)

Por eso ya tenemos una ley para prohibir el uso de animales en la industria cosmética. También he presentado una iniciativa en el Senado a favor del estudio en México de la sintiencia animal y otra sobre la prohibición de mercados húmedos. Es apenas el principio pero estamos avanzando hacia una nueva legislación en beneficio de esa “…más bella forma de sentido adornada y de aprehensiva fuerza imaginativa… ”como llamó Sor Juana a los animales no humanos.

 

  1. El antropocentrismo, ese complejo de superioridad,  queda desenmascarado con gran facilidad en el momento que aplicamos la ciencia y la ética.

Y bien lo dice Marta Tafalla: “Toda esa gente que se considera ecologista y está obsesionada con la defensa de la ganadería, es uno de los ejemplos más claros de cómo el antropocentrismo distorsiona la comprensión de la realidad. Es un fenómeno digno de estudio”. Cierro la cita.

¿Cómo se puede ser ecologista y defender la primera causa de deforestación y contaminación del aire y del agua del planeta?

 

Para finalizar plantearé lo que me parece una salida posible para las diversas crisis que atravesamos y las que se anuncian como más complicadas aún en el futuro próximo: esto que llamamos LA TRANSICIÓN PROTÉICA (el fin de la ganadería y pesca que son la primera causa de devastación Y VIOLENCIA), el fin del especismo y el comienzo de la consideración moral para todxs las personas humanas y no humanas.

 

A raíz de la pandemia y la evidente responsabilidad de la mala

alimentación en la  letaledad de este virus, pues gran porcentaje de   fallecidos habitan en las regiones más contaminadas y malnutridas

del país, la Cuarta Transformación se ha planteado la urgencia de modificar el sistema  alimentario, como hoy lo publica el Secretario de Medio Ambiente en el periódico La Jornada, creando un programa especial que aglutina ocho secretarías de Estado y otras cinco dependencias y que está respaldado por el propio presidente de la república para regular y, en su caso, prohibir todo lo que abone a la perversión del sistema alimentario: herbicidas, fungicidas, insecticidas, cultivos transgénicos, granjas porcícolas y avícolas, comida chatarra, monopolios de comercialización y un largo etcetera. Comenzó con la prohibición del cultivo de maíz transgénico en todo el territorio nacional y  del uso del glifosato en todas las dependencias del gobierno, hasta su gradual supresión buscando alternativas para sustituir el peligroso plaguicida con miras a su  eliminación total en 2024. Y ya ven ustedes las campañas de desprestigio que ha desatado la industria agroalimentaria y sus personeros  encabezados por el Consejo Nacional Agropecuario, brazo politico de los grandes empresarios agrícolas y ganaderos.

Como bien lo dice el doctor Toledo, la batalla es hoy entre:

¿Soberanía alimentaria mediante sistemas agroindustriales (agronegocios) o sistemas agroecológicos con producción sana de alimentos sanos?  ¿o con la vida o en contra de ella?

  1. ALIMENTOS PARA TODAS LA PERSONAS.

 

La ganadería y la pesca fueron en el pasado un recurso que la humanidad utilizó para facilitar su supervivencia, pero el día de hoy ya no hay lugar para ello. La evolución de nuestra especie demanda un comportamiento ético y una consideración moral hacia las otras especies que no puede ser ignorada.

Podemos iniciar una  Transición Protéica, así como hemos iniciado la transición energética,  una transición que implica  cambiar la fuente de proteínas por las de origen vegetal y. al mismo tiempo, un cambio de mentalidad  que nos permita abandonar la adicción a la carne, a los lácteos y a todos los productos animales incluyendo la que produce la devastación de los océanos, una transición en pos de la salud y  la alimentación sana para todas las personas y el respeto a los derechos   humanos y no humanos.

 

 

Con la evidencia científica acumulada desde Pitágoras hasta la Declaración de Cambridge,  más lo que se ha sumado hasta hoy, con la evidencia cotidiana del prodigio animal y la violencia con la que les hemos respondido a esos seres con quienes estamos íntimamente unidos por nuestra propia condición animal y con quienes estamos hermanadas en nuestras necesidades fundamentales, en nuestros deseos y en las emociones que experimentamos de manera tan cercana  y  por la emergencia jurídica de reconocerles su estatus de personas no humanas, podemos afirmar que no hay seguridad humana sin seguridad no humana; que no lograremos llegar a tiempo para frenar la debacle climática si no respetamos a las otras especies y que no habrá vida digna para los seres humanos si no damos ese paso a un costado del antropocentrismo y reconocemos que nos hemos equivocado en nuestra relación con las otras personas que habitan el planeta y que, hasta el día de hoy, han dado muestra de una conducta mucho más armónica con la naturaleza que nuestra especie, que no se cansa de dar muestras de una comportamiento destructor y suicida. El poder de las corporaciones puede ser inmenso, pero esta pandemia nos ha demostrado que todo puede detenerse, que nuestros hábitos más arraigados pueden cambiar de un día para el otro, que los actos más pequeños que realizamos dejan huella y que si comenzamos hoy mismo a cambiar nuestro trato hacia los otros animales, comenzando por no comérnoslos, iniciaremos la transformación profunda que el mundo necesita.

 

Ya probamos que se puede detener el transporte, el entretenimiento, las manifestaciones artísticas y culturales, los restaurantes y los eventos deportivos, y muchas cosas más, ahora podemos probar algo DIFERENTE, una  revolución a la mano que pueden iniciar todas las personas que se quedaron en casa y que tienen la opción de decidir lo que comen. Si empezamos por ahí, tal vez logremos que todas las personas tengan cada vez más la opción de comer de forma saludable y  quizá el cambio climático,  ya inevitable, no cause tanto dolor.

 

SEGURIDAD ALIMENTARIA

 

No tengo duda de que, en menos tiempo del que imaginamos, la humanidad transitará a una dieta basada en plantas si es que la ganadería intensive no termina antes con la tierra cultivable.

 

JUSTICIA ALIMENTARIA

 

Solo con esta dieta podrá alimentarse a toda la humanidad.

Y además alimentarse de forma saludable y  ética.

 

“Comer animales en poco tiempo será mal visto y entenderemos que

lo único que hemos ganado con el  ganado es lo mucho que hemos perdido.”

 

Las generaciones futuras nos exigen un cambio drástico

para que la raíz de la tierra les siga nutriendo y los animales no

humanos dejen de sufrir el tormento que les imponemos a diario.

 

La tan ansiada vacuna nos puede proteger del contagio de COVID 19

pero no resuelve el problema de fondo que subyace en nuestra insana

relación con la naturaleza y, en particular, con los otros animales con los

que compartimos de tan mala manera esta maravilla que es la Tierra.

 

Somos animales humanos, y es evidente que no habrá seguridad humana sin seguridad animal.

 

Muchas gracias.